¿Cómo bajar ahora el listón, cuando lo dejaste tan alto? Es como comparar una gota de agua con la lluvia. Como comparar un rayo de sol, con el propio sol.
Y de eso va la cosa: de comparar.
Porque lo hago todo el tiempo, comparo esto y aquello. Asemejo lo que me recuerda, incluso a veces fuerzo la proximidad, solo para estar un centímetro virtual más cerca de tí.
Y me pregunto si esos centímetros me valen, o si simplemente, valen. Pero no es una respuesta lo que encuentro, si no, otra puerta abierta, a más centímetros virtuales, que bien podrían ser guardados en la memoria de un ordenador. Como si de recuerdos se tratasen.
Pero lo que tengo claro es que solo hay un tipo de recuerdo que merece la pena guardar: los que reservamos en nuestra cabeza. Esos que podemos compartir, o preservar solo para nosotros.
Es el sentimiento de un pequeño robot, lleno de amor virtual, algo que podría imprimir, enviar... pero nunca mostrar, porque los centímetros que me acercan a ti, los virtuales, tienen esas cosas, que son virtuales...