lunes, 13 de mayo de 2013

Es realidad.


No es prepotencia. No es soberbia. No es egoísmo. No es enfado, ni mal humor. Es realidad. Y la realidad,  nos golpea cada mañana como un cubo de agua fría en toda la cara. Y aunque intentes apartarte de ella todo lo posible, ella volverá a ti como si nunca se hubiera ido, como si nunca la hubieras ignorado. Y aunque ocupes todo tu tiempo para esconderte de ella, podrá encontrarte y viviréis un momento clásico de entre la espada y la pared. Si, la espada es ella. La realidad es como una espada. Tan cortante y brillante que por un segundo podrías olvidar el daño que puede hacer, pero como toda espada se clava con facilidad con un dolor punzante casi imperceptible al principio, pero insufrible al segundo numero dos.
Toda esa concentración que llevabas desde hace tanto se desmorona cuando esta se presenta delante de ti, tirando todas tus barreras abajo, dejándote desprotegido  y sin nada mas que hacer que intentar enfrentarte a ella, por primera, única o última vez.
La batalla contra la realidad es un camino sin final, un camino del que puedes salir, pero al final siempre acabas volviendo a el, siempre acabas volviendo a la realidad.