Tenemos más miedo de vivir que de morir. Porque para morir no hay que hacer nada, pero para vivir hay que hacerlo todo. Levantarse, moverse, pensar, elegir, decidir, sentir, querer, actuar, dirigir, amar, odiar, mirar, dejar atrás, correr, reir, llorar, besar, cantar...
Y todo eso cansa, hasta que no puedes mas, hasta que te obligas a levantarte del sofá, hasta que te arrastras por un poquito más, un minutos más, unos segundos de vida más.
Y es entonces, cuando has luchado tanto que te duelen las neuronas de vivir, cuando te has ganado morir, porque nadie muere sin haber vivido.