“El
humor existe para recordarnos que por muy alto que sea el trono en que uno se
sienta, todo el mundo utiliza su culo para sentarse.”
¿Alguna
vez os habéis parado a pensar que nadie nos enseñó a reírnos? Que nadie nos
dijo nunca: “Mira, esto se hace así: jajaja”. Ni nos dijeron por qué, ni para
qué. Simplemente, y ya desde que nacimos, nos hicieron reír. De una manera u
otra, lo sacaron de nosotros, como algo que se encuentra en nuestro interior
con propósito de explotar. ¿Y no es esa la perfecta definición de carcajada?
Una explosión que no puedes contener, algo que se libera, que te libera.
La
risa habla en un lenguaje universal, simplificando meras palabras en un solo
gesto, en un solo sonido. Un sonido capaz de llenar una habitación vacía a
simple vista, pero enormemente llena en realidad. Es contagiosa, pegadiza,
vivaz, ruidosa, tímida, pícara, preciosa y única.
Cuando
nos reímos salvamos el mundo, porque el tiempo se para, y nos da una segunda
oportunidad para recapacitar sobre todos esos minutos perdidos, en los que
olvidamos reír.
Solo
unos pocos minutos me costó sacar esa risa a cada una de las personas
fotografiadas, minutos que en absoluto fueron tiempo perdido.
¿No
son los momentos más importantes aquellos en los que te ríes? ¿No son los que
más recuerdas? ¿No son los que prefieres recordar?