lunes, 30 de julio de 2012

La chica triste del autobús.



Entró y pagó el billete como todos los demás. Le invadió el aire acondicionado, siempre de agradecer en los meses de verano.
Se sentó en un asiento individual, y como siempre, mirando hacia atrás. Hacia el camino ya recorrido. Hacia el camino ya escrito e imborrable.
Le colgaban del asiento los pies con las sandalias rosas nuevas. Le gustaban esas sandalias, aunque a algunos no.
Se puso a pensar en los acontecimientos que la habían llevado allí.Todos buenos. Todos perfectos. Todos maravillosos. Pero a pesar de todo, se seguía preguntando por qué no era feliz.
Imaginó si la gente del autobús era feliz, y por un momento los envidió
Al bajar del autobús un anciano sentado al lado de la puerta le dijo: "Una chica tan guapa no debería de estar tan triste".
No es que el anciano del autobús supiera lo que ella pensaba, pero es que la chica triste del autobús no podía ocultar los sentimientos de su mirada. Nunca ha sabido hacerlo.

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