Hablaban como siempre. En su sitio de siempre. Mirándose como siempre. Había cambiado todo tanto y se notaba tan poco cuando volvían a encontrarse que parecía irreal.
En ese sofá se paraba el tiempo, y hasta la conversación más estúpida acababa en preguntas cuyas respuestas, ni sabían, ni querían saber.
"Voy a llevarte a comer langosta"- dijo él.
"¿A la realidad?"- respondió ella dejando notar un tono cínico e irónico.
"¿Que donde estamos?- preguntó él.
"Fuera." concluyó, no sin mostrar una tristeza propia de aquella casa.
Entonces él la cogió de la mano y le dijo "Ven", mientras la llevaba a la terraza donde el sol quemaba ya sus últimos rayos. La cogió de la cintura con una mano, y con la otra sujetó su mano mientras señalaba a la gente de la calle.
"Anda, que es eso? Es la realidad!"- dijo tras ella.
Sólo hacían falta unas pocas palabras para que ella llorara, y él lo sabia. La abrazó y susurró: "Solo es real, lo que tu quieres que sea real."
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besitos con sabor a lacasitos